El tratamiento para la anemia varía de acuerdo con lo que está causando la enfermedad, pudiendo incluir la toma de medicamentos, suplentimiento o alimentación rica en hierro, por ejemplo. En los casos más graves, en los que no es posible controlar la anemia utilizando estas formas más simples, el médico puede sugerir una transfusión de sangre o incluso de médula ósea.