¿Qué es el infarto intestinal y cómo identificar
La mayor parte de los infartos intestinales ocurre cuando una arteria, que lleva sangre al intestino, queda bloqueada por un coágulo e impide el paso de la sangre con oxígeno hasta los lugares que quedan después del coágulo, llevando a la muerte de esa parte del intestino y generando síntomas como un intenso dolor de vientre, vómitos y fiebre, por ejemplo.
Además, el infarto del intestino también puede ocurrir en una vena de la región del mesenterio, que es el músculo que sostiene el intestino. Cuando esto ocurre, la sangre no puede salir del intestino al hígado y, por eso, la sangre con oxígeno tampoco puede seguir circulando en el intestino, resultando en las mismas consecuencias que el infarto de la arteria.
El infarto intestinal tiene cura, pero es una situación de emergencia y, por lo tanto, si existe sospechas es muy importante ir rápidamente al servicio de urgencias, para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado, para evitar que una gran porción del mismo el intestino se ve afectado.
Principales síntomas
Los síntomas más frecuentes en el caso del infarto del intestino incluyen:
- Dolor abdominal intenso, que empeora a lo largo del tiempo;
- Sensación de hinchazón en la barriga;
- Náuseas y vómitos.
- Fiebre por encima de 38ºC;
- Diarrea con sangre en las heces.
Estos síntomas pueden surgir de forma repentina o ir desarrollándose lentamente a lo largo de varios días, dependiendo del tamaño de la región afectada por la isquemia y la gravedad de la obstrucción. De esta forma, si surge un dolor abdominal muy intenso o que no mejora después de 3 horas es muy importante ir al hospital para identificar cuál es el problema e iniciar el tratamiento adecuado, ya que se puede tratar de un infarto intestinal.
Cómo confirmar el diagnóstico
Para diagnosticar el infarto intestinal, el médico puede pedir varios exámenes como resonancia magnética, ultrasonido, radiografía, exámenes de sangre y hasta endoscopia o colonoscopia, para garantizar que los síntomas no están siendo provocados por otros problemas del tracto digestivo, como úlceras o apendicitis, por ejemplo.
Como se hace el tratamiento
El tratamiento para infarto en el intestino es casi siempre hecho con cirugía para remover el coágulo y restablecer la circulación sanguínea en el vaso afectado, además de remover toda la porción de intestino que ha sido afectada.
Antes de la cirugía, el médico puede interrumpir el uso de medicamentos que pueden estar contrayendo los vasos sanguíneos, como remedios para la migraña, para tratar las enfermedades del corazón y, incluso, algunos tipos de hormonas.
En algunos casos, puede ser necesario hacer antibiótico antes y después de la cirugía para evitar el desarrollo de infecciones en el intestino afectado.
Secuelas del infarto intestinal
Una de las secuelas más comunes de la isquemia en el intestino es la necesidad de quedarse con una ostomía. Esto sucede porque, dependiendo de la cantidad de intestino retirado, el cirujano no puede volver a conectar el intestino al ano y, por lo tanto, es necesario hacer una conexión directamente a la piel de la barriga, permitiendo la salida de las heces a una pequeña bolsa.
Además, con la remoción de intestino, la persona también se queda con síndrome del intestino corto que, dependiendo de la parte retirada, provoca dificultad en la absorción de algunos vitamina y minerales, siendo importante adecuar la dieta. Ver más sobre este síndrome y cómo debe ser la dieta.
Posibles causas del infarto intestinal
Aunque el infarto intestinal es una situación bastante rara, existe un mayor riesgo en personas con:
Edad superior a 60 años;
- Niveles de colesterol elevados;
- Colitis ulcerativa, enfermedad de Crohn o diverticulitis;
- Cáncer en el sistema digestivo.
- Además, las mujeres que usan la píldora anticonceptiva también tienen un mayor riesgo de formación de coágulos y, por lo tanto, pueden desarrollar un caso de infarto en el intestino.