Después de un trasplante de hígado, la persona puede tener una vida relativamente cercana a lo normal, pudiendo estudiar, trabajar y formar una familia. Sin embargo, hay algunos cuidados especiales que deben ser adoptados para garantizar la salud del trasplante, mejorando así su calidad de vida.
Inmediatamente después de la cirugía, la persona que recibió el 'nuevo' hígado deberá permanecer internada en la UTI por 1 a 2 semanas, donde pueden ser verificados la presión, tasa de glucosa, coagulación sanguínea, función renal y otros que son importantes para comprobar si la persona está bien y puede ir a casa.
En los primeros 3 días es normal que la persona permanezca conectada a aparatos para respirar y tenga sondas para alimentar y vaciar la vejiga. En esta unidad, los médicos podrán realizar varios exámenes diariamente para verificar cómo la persona se está recuperando del trasplante.
Cuando la persona se encuentre estable, puede recibir alta de la UTI y puede ser mantenida en la habitación del hospital o ir a casa donde deberá continuar su recuperación, y volver al médico todas las semanas para una evaluación y realización de exámenes que evalúen el hígado está funcionando correctamente.
La fisioterapia puede ser indicada para mejorar la capacidad respiratoria y disminuir el riesgo de complicaciones motoras como rigidez y acortamiento muscular, trombosis y otros. Esta debe ser orientada por un fisioterapeuta y se pueden usar aparatos y también se pueden realizar ejercicios para alcanzar estos objetivos.
La recuperación después del trasplante es delicada porque es necesario tomar inmunosupresores por toda la vida porque normalmente el cuerpo reacciona al nuevo órgano atacando.
Estos remedios se llaman inmunosupresores y actúan en el sistema inmune, debilitándolo, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones. Acertar la dosis de estos medicamentos puede tomar algún tiempo porque el objetivo es que el cuerpo sea capaz de defenderse de virus y bacterias, pero sin rechazar el hígado trasplantado.
Algunos medicamentos que se pueden utilizar son prednisona, ciclosporina, azatioprina, globulinas y anticuerpos monoclonales, pero la dosis varía de una persona a otra porque depende de una serie de factores que deben ser evaluados por el médico como la enfermedad que llevó al trasplante, edad , peso y otras enfermedades presentes como problemas cardíacos y diabetes.
Con el uso de inmunosupresores pueden surgir síntomas como hinchazón corporal, aumento del peso, aumento de la cantidad de pelos en el cuerpo, especialmente en el rostro de las mujeres, osteoporosis, mala digestión, caída de cabello y aftas. Así, se deben observar los síntomas que aparecen y hablar con el médico para que él indique lo que se puede hacer para controlar estos síntomas desagradables, sin perjudicar el esquema de inmunosupresión.
Después de este procedimiento pueden surgir complicaciones como rechazo del nuevo órgano que se manifiesta a través de hemorragias, trombosis, infecciones, alteración en el funcionamiento de la bilis, hipertensión, surgimiento de cáncer e instalación de virus y bacterias que provocan hepatitis en el nuevo hígado.
La persona que ha recibido un órgano no debe consumir bebidas alcohólicas y no debe realizar esfuerzos. La actividad física debe ser leve e indicada por un profesional de la educación física, y la alimentación debe ser lo más sana posible.
Vea otros cuidados importantes:
La tasa de supervivencia después de un trasplante de hígado depende básicamente de las condiciones del paciente antes de la cirugía y de la calidad del órgano trasplantado, y por eso después de la cirugía se deben realizar muchos exámenes para verificar si el paciente realmente se benefició con el trasplante.
Además, el paciente debe seguir siendo seguido por el oncólogo y el hepatólogo para acompañar la evolución del nuevo hígado y si los problemas de salud que llevaron al transplante fueron solucionados.
El trasplante de hígado puede ser indicado cuando el órgano se encuentra gravemente comprometido y deja de funcionar, como puede ocurrir en caso de cirrosis, hepatitis fulminante o cáncer en este órgano, en personas de cualquier edad, incluyendo niños .
Hay indicación para el trasplante cuando los medicamentos, radioterapia o quimioterapia no logran restablecer su buen funcionamiento. En este caso, el paciente debe continuar realizando el tratamiento propuesto por el médico y realizando los exámenes necesarios hasta que surja un donante de hígado compatible, que esté dentro del peso ideal y sin ningún problema de salud.
El transplante puede ser indicado en caso de enfermedades agudas o crónicas, que tienen pocas posibilidades de que aparezca de nuevo tras un trasplante, como por ejemplo:
Este procedimiento se puede hacer con el hígado de una persona viva o de una persona con muerte cerebral. Sin embargo, el transplante entre intervivos sólo se indica cuando el receptor es un bebé o un niño porque en este caso basta una parte del órgano de un adulto para sustituir el hígado de un niño.
Algunas enfermedades que pueden no ser indicadas para el trasplante son la hepatitis B porque el virus tiende a instalarse en el hígado 'nuevo', en caso de cirrosis causada por el alcoholismo porque si la persona continúa bebiendo de forma exagerada el nuevo órgano, se dañará.
Así, el médico deberá indicar cuándo el transplante puede o no puede realizarse en base a la enfermedad hepática que la persona posee y en el estado de salud general de la persona.
Hay muchos riesgos durante un trasplante, siendo éste un procedimiento que puede tardar cerca de 12 a 24 horas. Los riesgos pueden ser:
Para hacer el trasplante se realizan exámenes para saber la compatibilidad entre la sangre y el tejido del donante y del receptor y entonces el órgano es retirado del donante y es implantado en el cuerpo del receptor. Después del trasplante de la persona que recibió el hígado debe tomar medicamentos inmunosupresores por toda la vida para evitar que su propio cuerpo rechace el órgano.
Para prepararse para este tipo de procedimiento se debe mantener una buena alimentación, evitando alimentos ricos en grasa y azúcar, dando preferencia a las verduras, verduras, frutas y carnes magras. Además, es importante informar al médico de cualquier síntoma que esté presente para que pueda investigar e iniciar el tratamiento adecuado.
Cuando el médico entra en contacto, llamando a la persona para el trasplante, debe inmediatamente dejar de comer y beber, quedando en ayuno total e ir al hospital indicado lo más rápido posible para que sea realizado el procedimiento.
La persona que recibirá el órgano donado deberá tener un acompañante mayor de edad y llevar todos los documentos necesarios para que sea internada para recibir el órgano. Después de la cirugía es normal que la persona se quede en la UTI por lo menos 10 a 14 días.