Los días de mucho calor, típicos del verano, aumentan el riesgo de muerte debido a enfermedades cardiovasculares, especialmente en las personas con más de 50 años de edad. Las altas temperaturas del verano aumentan el espesor de la sangre, haciendo subir la presión y la frecuencia cardíaca, elevando así el riesgo de sufrir un infarto o de tener un derrame.