Jugar con los hijos los hace más seguros, confiados e inteligentes, además de dejarlos más felices, imaginativos y tolerantes. Pero los beneficios no son solamente éstos, también incluyen: Aumentar la autoestima del niño y mejorar las relaciones familiares; Promover la sensación de seguridad; Promover un mayor control emocional; Aumentar la creatividad y el rendimiento escolar; Aumentar las posibilidades de sociabilidad, competencia social y popularidad; Potenciar las actividades infantiles.